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¡Celebremos el día del libro!

“La lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva.”


Irene Vallejo



¡Celebremos el día del libro!


Quiero celebrar el día del libro contando y trasladando a todas y todos, como siempre el amor infinito por los libros, por estos objetos que transforman la vida y el mundo cada día.

Sé que en países del primer mundo se da por hecho que es muy fácil acceder a ellos, y que tener uno de estos tesoros en la mano, y poder leerlo es algo incluso banal en estos tiempos. ¿Quién no tiene un libro?

La pregunta ¿Qué estás leyendo? Refiriéndose al placer libre y elegido de leer, Puede ser una pregunta muy normal en los países donde hay abundancia, y existe una democracia abierta. Una pregunta hecha por alguna élite, escritores, especialistas en alguna rama, socios de un club de lectura, alguna tribu urbana, seguidores de alguna ficción o estilo especifico, lectores con tiempo, estudiosos de una materia, o amantes de los libros como yo misma.

Pero esta pregunta no es usual en los lugares donde los recursos apenas alcanzan para comer y sostener un techo, alimentar una familia y sobrevivir en las mínimas condiciones. En el lugar donde me crie, cuando era una niña, podía acceder a la educación primaria gratuita con dificultad, si así era, los libros de texto eran un imposible, después todo se complicaba mucho si querías seguir estudiando la secundaria, aún sigue pasando. Debes elegir entre trabajar y estudiar, o dejarlo y sólo trabajar, a menos que ocurra un milagro, o que madres y padres se dejen el pellejo para que sus hijos puedan estudiar al menos el bachillerato, la universidad ya es literalmente un sueño que pocos pueden cumplir. Acceder a un libro era toda una aventura, mis primeras lecturas fueron comics que mamá compraba de vez en cuando en la revistería o le regalaban clientas, revistas de fotogramas, caricaturas del periódico robado de alguna cafetería, o heredado de algún vecino. Las historias o cuentos nos los contaban de manera oral, mi bisabuela y mamá.

La primera vez que vi una persona leer un libro por placer fue a una compañera de trabajo de mi madre. Me quedé alrededor de una media hora observándola sin moverme, como si ella fuera un extraño calamar. Muchas veces tuve que ir con mi madre a su trabajo, era peluquera en un salón de belleza de gente de clase media alta, yo me sentaba a esperar a que terminara su turno, me quedaba ojeando revistas, o dando vueltas por el lugar sin hacer mucho escandalo para que no la echaran. Pero ese día pasó algo importante. Qué era ese objeto que esa mujer sostenía con tanto interés entre sus manos, eso de lo que no despegaba la mirada, y además sonreía mientras leía. La recuerdo como si fuera hoy. Cuando paró para descansar la vista, o para reflexionar, me acerqué sigilosa para no espantar al colorido espécimen.


- ¿Qué es esto?

- ¿Qué?… - me contesto sin saber a qué me refería

- Por qué tiene tantas hojas… - señalé el libro

- Un libro… una novela - me lo puso en las manos, pesaba.

- Qué es una novela…

- Es una historia que cuenta este libro, todo lo que está aquí escrito es una historia.

- ¿Y te gusta?

- Mucho, me encanta leer, Tengo muchos libros…

- No tiene dibujos

- No, te los imaginas mientras lees


Hubo un antes y un después, le dije a mamá que quería leer una novela, mami sonrío y me dijo… - como las que lee Yolanda… - si - le respondí. Me dijo que eran muy largas para mí, pero que se encargaría de buscar una para que la pudiera leer. No hizo falta, Yolanda al ver el interés que despertó en mi nos mandó de regalo un libro de fábulas clásicas para que lo leyéramos todos en casa, en ese momento éramos cuatro, mi hermana y yo leímos ese libro unas quinientas veces, nuestra bisabuela nos enseñó a leer desde muy temprana edad. El libro se llenó de pegamento, se puso amarillo de tanto sudor y mugre, lo leíamos también a los hermanitos y vecinos. La sed de leer aumentó, y aunque no pude tener en mi infancia muchos libros, la vida los trajo a mi como si fuera un imán, allá a donde iba me regalaban un libro o me lo prestaban, debo confesar que también me llevé alguno de una librería sin pagarlo, no tenía dinero en aquella época, pero si muchas ganas de leer. Lo compensaba en mi conciencia entregándolo a otras manos. En el círculo de mis amigos de juventud se solía decir… no se sabe quién es más tonto, si el que presta un libro o el que lo devuelve… allí eran, y son un objeto de lujo. Mi relación con los libros se convirtió en algo mágico, como si una fuerza invisible me los trajera. De niñas no pudimos hacernos socias de la biblioteca porque no tuvimos nunca una dirección fija, ni la apariencia que les asegurara a las instituciones que les devolveríamos el libro. Hasta que llegó mi hermana Carolina, la primera en la familia en hacerse socia de la biblioteca pública a la edad de 11 años, ya las cosas habían cambiado, podía proveerla de los libros que yo iba leyendo, ella dio un salto generacional en la educación de nuestra familia, leyó a Poe, Rilke, Gabo, Agatha Christie, Hesse y muchos más sin haber llegado aún ni a la pubertad, y también se enamoró perdidamente de la literatura, estudió Filología y edición, tuvo que luchar mucho por su educación, pero la luz de los libros le dio la fuerza y el empuje para lograrlo.

Mi vida se transformó para siempre, y fue gracias a esos objetos maravillosos, los libros. Por esto debemos celebrarlos, porque cambian vidas, porque es uno de los logros más grandes de la humanidad, y porque debemos hacernos conscientes a diario, que, en este vasto mundo y breve vida, lo único que nos sostiene son las historias. Tanto es así, que vivimos en una historia colectiva, hecha de muchos mitos, fábulas, relatos, testimonios, descubrimientos, secretos, misterios y muchas más aventuras venideras, que han sido y serán plasmadas para hacer perdurar la vida, nuestra memoria y paso por este planeta. ¡larga vida a los libros!


Marisol Rozo


“Los libros han sido botes salvavidas para nuestro tesoro de palabras en los naufragios del tiempo.”

Irene Vallejo



Empiezo y termino con una frase de Irene Vallejo de su maravilloso libro El infinito en un junco. También os dejo aquí un enlace a la reseña que escribí sobre este, y a la compra del libro (es la casa del libro, pero lo podéis adquirir en cualquier librería). Hoy lo recomiendo más que nunca, no sólo por la celebración, sino también por lo que pasa en este tiempo, donde parece que el olvido nubla la mente de este siglo.


Feliz día del libro compañer@s de mundo.



Enlace a reseña El infinito en un junco




Enlace a por qué se celebra el día del libro el 23 de abril.




Enlace a compra del libro El Infinito en un junco.




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